Wednesday, June 02, 2004

¿EL FIN DE LA VIOLENCIA?

Shine Apsara-Deshidrogenasa


Diez de la mañana.. un cielo gris plomo, el murmullo de una
ciudad en caos lo despierta.
El sentimiento de cansancio y cuerpo pegajoso y sudado recorre a
Hydro.
Levantó la mirada de la almohada y sobre la cama descubrió una
silueta, la memoria trató de
reorganizarla. Recordó, escuchó, olió, y vió el volumen que a su
costado se encontraba.
Los contornos de aquél cuerpo bronceado se confundieron con la cama.
El brazo se volvió un
pliegue caído en el borde de la cama. La mórbida luz de la lámpara
desdibujó el contorno.
Hydro sabía que en el fondo había un muro y un estante con discos,
pero su visión se limitaba
a ver solamente la parte iluminada.

Poco a poco descubrió un pectoral y una pierna, la mayor
parte del cuerpo quedó muda,
sin nombre o imagen precisa, formando parte de esa mancha color pardo
que yacía sobre la sábana
arrugada. Su aroma... no lo podía definir pero sabía exactamente como
olía, sobre sus dedos
quedaban restos de la resina que lo perfumaba.

Electro dormía plácidamente... para reanimar el espectáculo,
se dió vuelta, los brazos
y los pectorales bien trabajados quedando de frente, su rostro
relució con el destello de sus
perforaciones, abajo, entre los muslos y los pliegues de la sábana y
sobre una maraña de vello
púbico, relució su miembro.

Hydro se levantó y besó el ombligo de Electro y como
respuesta al entusiasmo obtuvo un
manotazo. Hydro se sentó sobre la cama, observando la silueta de
Electro; de repente se distrajo,
su mirada se se clavó en el cenicero sobre la mesa de noche, lo
observó y para curarse el espanto
encendió el porro a medio consumir que ahí posaba.
Inhaló y por su mente cruzó la imagen de Electro. El pensamiento
momento a momento cobró fuerza,
no sólo estaba vivo todo lo que observaba, sino también el recuerdo
que chocaba contra su memoria.

... Electro sólo consiguió una vela, de una consistencia y
color tan pobres y tan
raquítica, eran tiempos difíciles. La ciudad estaba revolucionada, no
se podía conseguir un
porro, el cielo era gris de tanta contaminación. los árboles eran de
un color plomizo. El cielo
se perdía entre el concreto, un segundo río en el aire convertía la
ciudad en trozos
fragmentados, en pequeñas islas. Esto sucedía en la calle, fuera del
apartamento y era la causa
de que los dealers se hubiesen dispersado. Mientras frente a Hydro el
mundo seguía inmóvil,
petrificado en la imagen de Electro...

- Electro! - repitió Hydro en voz alta. -¿Por dónde empezar
esa parte de la historia?-
se preguntó después de llamarlo por su nombre y recordó cuando lo vió
por primera vez en el baño
de vapor de la colonia. La imagen en su memoria: Una figura bronceada
recostada sobre el banco
de mármol con la cabeza rapada colgando en un extremo. Sin recrear el
rostro, por el vapor, pero
dibujando en su mente el explosivo tórax que dividía cada músculo del
pecho, el muslo flexionado
que resguardaba el miembro dormido bajo el prepucio...

Hydro parpadeó al mismo tiempo que retenía en sus pulmones el
humo de la fantasía y
revivía la imagen de sus recuerdos, buscó en su memoria las palabras
adecuadas para transformar
la visión en un ideograma verbal, pero no acudieron a su mente los
vocablos precisos y se quedó
mirando la penumbra donde se difuminaba el cuerpo de Electro. De
pronto en su mente se cristalizó
palabra por palabra la historia condensada en su memoria.

... Hydro se afeitaba en el espejo empañado de vaho y
distinguió a Electro en el reflejo.
Hablaron y tres días más tarde, Electro le consiguió la primer vela,
producto del síndrome de
abstinencia, la falta de proveedores y el deseo de compañía. Varias
veces se refugiaron en la
intimidad del vapor y los sudores.
Electro se restregaba con jabón y mostraba el interior de su
conciencia. A sus 17 años, viviendo
una crisis de oportunidades y falta de dinero para continuar la
escuela, amenazó a un tipo a la
salida de un cajero con una pistola de juguete. A los 18 años
desvalijó la casa de un puto que
lo invitó a pasar la noche. No podía recordar cuántas veces amenazó a
una víctima con una pistola de
plástico...

...A los 18 Kermit le vendió su primer cuete de verdad. En
ese instante cambió su vida,
porque antes. mientras fingía que tenía el terror entre sus manos, se
moría de miedo.
Después a cualquier hijo de puta que lo hiciera correr un riesgo,
podía mandarlo a la chingada
y todo quedaría sellado bajo el silencio de una bala.

...La historia la contaba con un gran éxtasis, orgulloso de
sus aventuras y sus hazañas,
soñándose héroe de sus historias. Con el sudor del baño, su
conciencia abrió las puertas de
otra historia -Quizá soy transa porque me siento diferente- dijo con
algo de cinismo y pasó la
mano enjabonada sobre Hydro. -Sé que también me gusta lo contrario,
el lado obscuro de la luna- .
su actitud provocativa era como una insinuación a la ternura. Electro
se sentía profundamente
decidiendo su destino...
El el continuum temporal, Hydro pudo suspender gestos y dejar las
caricias en el aire, porque
hubo en ese momento caricias y lágrimas. La confesión se convirtió en
caricias vanas y culpables,
amor rudo y a borbotones.

...-Es cierto lo que te estoy contando Hydro- insistió bajo
el agua fría de la regadera,
-Quizá en el fondo me guste y necesito sentir el caos y saber que soy
capaz de causar entropía
y hacer chingaderas-...

Electro lanzó un suspiro y se dió vuelta, su rostro y brazos
se ocultaron bajo la
almohada, sus pectorales volvieron a quedar descubiertos y expuestos
a la débil luz. Sus piernas
se perdieron bajo los pliegues de la sábana. Hydro se recorrió y
sentó en un extremo a los pies
de la cama. Pasó la mano por la piel cóncava del vientre, acarició un
pectoral y terminó rodeando
con la punta del dedo el pezón. Se quedó sentado en el suelo,
recargado contra la cama y volvió
a sus pensamientos, viendo la movilidad del tiempo y el espacio...
escuchando los ruidos
citadinos de la mañana.

... Ensimismado, los cuerpos adquirieron volumen ante sus
ojos, un torso emergió de entre
los vapores y una mano enjabonada recorre su cuerpo. Electro recuerda
que sus papás se llevaban
de la chingada y a sus 13 años se divorciaron y lo dejaron a la
deriva, solo contra el mundo,
mientras ellos arreglaban sus broncas...

Hydro interrumpió sus pensamientos y encendió por segunda vez
el cigarro, pasó la mano
por el vientre de Electro para recuperar el contacto con el mundo
real, Electro respondió con
un quejido y volvió a remover las sábanas; entreabrió los ojos y
Hydro subió hasta sus labios,
donde depositó una bocanada de humo. Electro se entregó al beso de
Hydro. Repitió la misma
caricia, y siguió horadando a besos el abdomen, y bajó hasta la selva
negra de su pubis y soltó
otra bocanada de humo.

Electro se perdió bajo la almohada. mientras Hydro sorbía su
sexo. Lo sintió estremecerse y
lanzar un quejido, Electro quedó laxo en el fondo de los pliegues.
Hydro se limpió la boca con el
dorso de la mano, encendió el cigarrillo que se había vuelto a apagar
y volvió a sus
pensamientos.

Estaba y se sentía disperso en el espacio que cada célula de
su cuerpo ocupaba. Así como
lo cohesionaba el contacto de la piel. Hydro anhelaba las sensaciones
mudas de la vida, ante la
sonoridad de la realidad. Cada acto y cada pensamiento tenían un
nombre y una regla.
El amor estaba condicionado por extraños manejos, deseaba encontrar
un punto medio donde se
juntaran el amor y el deseo que le provocaba Electro, era capaz de
juntar los sentimientos en un
concepto abstracto, pero no podía nombrar los hechos según los
almacenaba su conciencia.

Fluía de un pensamiento a otro, el lenguaje, los nombres y
las ideas al fondo del
recuerdo colorido del mundo del sur de la ciudad, estaba intercalada
la miseria de una
colonia popular, la violencia, la transgresión al mundo interpuesto y
el rescate de una nueva
percepción... Donde estaba el contenido del mundo ordenado del mítico
más allá... donde las
mujeres se visten como deben, los hombres se comportan como deben,
donde se vive como el deber
manda, irradiando cultura, poder, ley, modo de sentir, gusto, forma,
color, inteligencia y moral.

Algo distrajo a Hydro, levantó la vista y volvió a mirar el
entorno y regresó a la
intimidad de la recámara. Electro sigue envuelto entre las sábanas y
la luz descubre el mismo
punto que alumbraba hace un momento. Hydro piensa -Sé llamar a esa
cosa que tengo enfrente por
su nombre-, dice -Electro! - y basta pronunciar el sonido mágico para
que levante la cabeza de
entre los pliegues y asome el rostro somnoliento.
Pregunta -¿qué hora es?- Hydro responde -Las doce del día- Electro
suspira y se zambulle entre
los pliegues. -Aún es muy temprano- exclama medio dormido.

Hydro vuelve a sus pensamientos y sigue sus elucubraciones
sobre el tiempo, el espacio
y el movimiento mientras Electro vive su ensoñación sin
preocupaciones.

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